Sousa armó en Venezuela toda una industria de belleza reconocida internacionalmente. Alcanzó la edad para jubilarse del trono, pero se niega a abandonar el emporio que cultivó por más de 40 años. La crisis del país, considera, no afecta el mundo de la belleza: el certamen aún sienta a todos los venezolanos frente a un mismo televisor a sintonizar la coronación de la soberana más bella, así como las cuñas y comerciales que pagan hasta nueve millones de bolívares por aparecer en «la noche más linda».