Secretario General de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). Expresidente de Colombia, desde 1994 hasta 1998. Su gestión en la presidencia estuvo marcada por el Proceso 8.000, un hecho judicial en el que se le señaló de recibir dineros provenientes del narcotráfico para su campaña presidencial. Por ese proceso judicial tuvo grandes dificultades para gobernar, pues gran parte de su periodo presidencial estuvo defendiéndose de este caso. Sólo ha militado en el Partido Liberal, y amparado por éste ocupó diferentes cargos públicos, como: senador de la República, miembro del Consejo de Bogotá, diputado de la Asamblea de Cundinamarca y ministro de Desarrollo Económico del gobierno Gaviria. Fue precandidato liberal en 1990 pero perdió esas elecciones internas con César Gaviria. Samper es abogado de la Universidad Javeriana y egresado del Colegio Gimnasio Moderno. Antes de alzarse con la presidencia de Colombia, trabajó en el sector privado con la Anif: fue presidente de esa institución financiera entre 1974 y 1981. En 1982 fue gerente de la campaña reeleccionista de Alfonso López Michelsen, elecciones que finalmente ganó el conservador Belisario Betancur. Algunos de los nombres que fueron ministros en su periodo presidencial y que después continuaron como protagonistas de la vida pública nacional son: Néstor Humberto Martínez, Horacio Serpa, Carlos Holmes Trujillo, Rodrigo Pardo, María Emma Mejía, José Antonio Ocampo, Iván Moreno Rojas, Luis Alfredo Ramos, entre otros. De sus tres hijos, el que ha desarrollado con más holgura el camino de la política es Miguel Samper Strous, viceministro de Justicia y del Derecho.
A finales de octubre de 2016, en medio de una crisis económica y fuerte polarización política en Venezuela, Samper integró un proceso de diálogo para acercar a la oposición y al gobierno del país. La iniciativa del “Diálogo Nacional”, originada luego de la intervención del Papa Francisco, estuvo conformada por representantes del gobierno y la oposición venezolana, y un grupo de enviados internacionales -“acompañantes del proceso” en nombre de Unasur- entre los que se incluyeron a los exmandatarios José Luis Rodríguez Zapatero (España), Lionel Fernández (República Dominicana) y Martín Torrijos (Panamá). El Vaticano, por su parte, asignó como emisario al arzobispo Claudio María Celli, cercano colaborador del Papa Francisco.
En vísperas del inicio formal del diálogo-pautado para el 11 de noviembre-Samper hizo llegar una misiva a la delegación del gobierno venezolano, dirigida a su jefe Jorge Rodríguez, en la que señaló: «Como usted y los representantes del gobierno, al igual que los de la oposición, conocen, dentro de los parámetros que orientan el proceso acordamos las siguientes premisas: confianza en la neutralidad de la tarea y propuestas de los acompañantes, nadie se levanta de la mesa».
El secretario de Unasur también estableció compromisos como el de no utilizar el diálogo con fines partidistas; «nada está acordado hasta que todo esté acordado, respeto, reconocimiento y convivencia entre las partes; la comunicación de los resultados es responsabilidad de los acompañantes», y por último, solicitó el «respeto a la soberanía de Venezuela». Asimismo, invitó a los representantes del gobierno y la oposición a no crear falsas expectativas en relación con los resultados del diálogo y puso de relieve los logros que había tenido el encuentro desde la reunión plenaria del 30 de octubre, como la constitución de las cuatro mesas temáticas y los puntos a abordar en cada una de ellas.
Al respecto, Chuo Torrealba, Secretario Ejecutivo de la Mesa de la Unidad (Mud), respondió a la misiva con un comunicado en el que destacaba que el rol que tienen los acompañantes del proceso es el de «ayudar a los venezolanos a crear las condiciones para que sea el pueblo el que decida, a través del voto, cual “expectativa” es la que habrá de cumplirse» y rechazó el que el Secretario de Unasur “en su amable comunicación no haya dedicado ni una línea a condenar la grave transgresión perpetrada por el régimen que preside el señor Maduro Moros a la premisa de respeto, reconocimiento y convivencia entre las partes”.
Entre las expectativas de la oposición para el encuentro se destacaban el anuncio de elecciones presidenciales adelantadas, la liberación de quienes consideran presos políticos y el respeto al poder legislativo, de mayoría opositora. De no haber respuesta, se levantaría de la mesa de diálogo. Por su parte, el presidente Nicolás Maduro había solicitado a los miembros de la MUD a no «darle un ultimátum al diálogo», no generar «falsas expectativas», al tiempo que advertía que «la revolución continuará», que era «irreversible» y que no saldría de la sede del gobierno «ni con votos ni con balas».
El 7 de septiembre de 2018, el expresidente colombiano declaró que está preocupado por un posible escenario de guerra entre su país y Venezuela, reseñó El Nacional. «“No hay una sola comunicación entre los dos gobiernos y me preocupa que se cree un escenario de guerra. Tengo evidencia de que los crímenes en las fronteras con Venezuela están aumentando. El gobierno debe establecer un mínimo de comunicación porque la situación en Venezuela se podría complicar”, afirmó Samper. Asimismo, aseguró que que los temas de Venezuela se pueden solucionar con una intervención económica, porque la situación es, a su juicio, realmente crítica.
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